MONTEVIDEO.- El foco de atención de la 61ª Cumbre del Mercosur, que concluyó cuando el sol del mediodía de este martes hacía casi irrespirable el aire de Montevideo, se centró en el particular duelo que protagonizaron Luis Lacalle Pou y Alberto Fernández, el presidente uruguayo para defender la “vocación de apertura” de su país en procura de acuerdos por fuera del bloque, su par argentino para responder que eso es “romper las reglas” y que lo mejor es “potenciar” la región.
Pero más allá de la “retórica” del encuentro -en el que sobresalió la improvisación de los mandatarios, que dejaron a un lado los discursos para intentar un debate espontáneo-, en el gobierno de Lacalle Pou quedó una sensación que no es nueva ni mucho menos, y que además es parte de la línea argumental seguida en los últimos años por Uruguay: que el bloque sigue irremediablemente estancado.
Una reflexión que ha hecho el mandatario uruguayo a su entorno es que quedó en evidencia -una vez más- la notoria “falta de avances” del Mercosur en procura de acuerdos comerciales, lo que se suma al diagnóstico de que el bloque sudamericano “ya no es noticia ni interesa al mundo como antes”, según indicaron a El País fuentes oficiales.
Fue algo que, de hecho, estuvo explícitamente mencionado en el discurso del canciller Francisco Bustillo, que remarcó que “desde 2010 a la fecha la Organización Mundial del Comercio registra 172 acuerdos de libre comercio”, ninguno de los cuales es del Mercosur, y que no hay ningún tratado significativo firmado “con ninguna de las 10 principales potencias comerciales”.
El otro concepto que por estas horas se tiene en el gobierno es la “incertidumbre” que representa Brasil en pleno período de transición de presidentes, y qué pasos dará dentro del bloque cuando asuma Luiz Inácio Lula Da Silva -que además se reunirá en los próximos días con el presidente norteamericano, Joe Biden.