El hermetismo en el tribunal que condenó a seis años de cárcel a Cristina Kirchner fue total. Hasta una hora antes de que el juez Jorge Gorini leyera el veredicto, solo sabían su contenido los otros dos magistrados del Tribunal Oral Federal N°2, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso, y el secretario Tomás Cisneros. Los empleados ignoraban el contenido de la sentencia y se fueron enterando a medida que bajaban hasta la sala B de audiencias de la planta baja del edificio de Comodoro y 2002, del lado del edificio que da al río de La Plata.
Los 12 empleados se ubicaron en las primeras filas con nerviosismo. Y escucharon cómo Gorini, con los papeles en la mano, leía la parte dispositiva. Hubo silencio cerrado en la sala, donde además había policías, un camarógrafo y periodistas. Al terminar la lectura del fallo, los jueces abandonaron la sala seguidos por el secretario Cisneros, con su termo y su mate. Solo un empleado palmeó a otro en el hombro.
Un día después, los gestos de satisfacción imperan en el tribunal. Las impresiones en los pasillos de Comodoro Py apuntaban a una sensación “de paz”, de haber concluido un juicio que se hizo con “tranquilidad de conciencia”.
Los jueces terminaron su jornada muy tarde la noche del martes y casi no tuvieron tiempo de comentar lo ocurrido. El miércoles por la mañana los tres ya estaban ocupados en otros dos juicios: Gorini presidió un juicio de lesa humanidad por violaciones a los derechos humanos en la causa Ahmed, junto con Giménez Uriburu y Nicolás Toselli. Basso, por su parte, juzgó a un grupo de narcotraficantes en el segundo juicio por el tráfico de drogas en Itatí, Corrientes, donde ya fue condenado el exintendente Natividad Terán, alias “Roger”.
Los jueces eligieron por ahora el silencio. Solo se pusieron de acuerdo para adelantar una reseña con las razones del fallo, pero eligieron no dar entrevistas al menos hasta la lectura de los fundamentos, que está prevista para el 9 de marzo