En los próximos días, la Casa Blanca oficializará el aumento del cupo de importación de carne vacuna argentina a 80.000 toneladas anuales, lo que representa un incremento de 60.000 toneladas respecto al régimen vigente. Este nuevo acuerdo bilateral, que mantiene un arancel del 10%, generaría ingresos adicionales estimados en u$s300 millones, según lo expresado por el analista ganadero Víctor Tonelli, quien puntualizó que esta mejora se deriva del diferencial arancelario y del valor FOB promedio de exportación.
Esta medida se enmarca en un escenario de crisis ganadera en Estados Unidos, donde el Departamento de Agricultura (USDA) reporta el nivel de stock más bajo en 75 años, tras la desaparición de más de 150.000 establecimientos desde 2017. A pesar de dicha contracción, la demanda de carne bovina ha experimentado un crecimiento del 9% en la última década, lo que ha impulsado a la administración de Donald Trump a fortalecer los flujos de importación para asegurar el abastecimiento.
Para Argentina, este acuerdo trasciende la mera transacción comercial. Constituye una señal de confianza internacional, un reconocimiento a su estatus sanitario y un estímulo para posicionar la carne local en el mercado global. Sin embargo, también presenta desafíos concretos: mantener la oferta interna, estabilizar los precios y capitalizar esta oportunidad mediante una estrategia de valor agregado.
Según un informe de la agencia Bloomberg, la administración Trump decidió cuadruplicar el contingente arancelario para la carne vacuna argentina simultáneamente con la implementación de un conjunto de medidas destinadas a reactivar su producción ganadera.
El plan, presentado por la secretaria del USDA, Brooke Rollins, contempla incentivos para facilitar el pastoreo en tierras federales, aumentar los subsidios a los seguros rurales y reducir los costos de los pequeños procesadores. Adicionalmente, el gobierno busca reforzar el etiquetado de origen y acelerar reformas para expandir la capacidad de procesamiento.
El objetivo central es contener el incremento de precios que afecta a sus consumidores. Los valores del ganado han alcanzado niveles récord este año en un contexto de grave escasez de oferta, lo que ha erosionado las ganancias de los grandes frigoríficos y elevado los precios minoristas.
Mientras tanto, Washington procura equilibrar el abastecimiento local ampliando las importaciones desde naciones como Argentina y Brasil, aunque a este último, Trump le impuso un arancel adicional por motivos estrictamente políticos.
¿Qué proyecciones existen para los envíos de carne desde Argentina?
El consultor ganadero Víctor Tonelli explicó que el impacto económico del nuevo cupo será significativo, si bien no alterará el volumen total de exportaciones argentinas.
“Argentina exporta todo lo que su capacidad le permite, dado que existe demanda y un favorable escenario comercial. Es altamente probable que una porción de la carne que actualmente se destina a China —el principal mercado para los cortes delanteros— se redirija a Estados Unidos, donde la rentabilidad es superior y el arancel dentro de la cuota es de solo 10%”, sostuvo.
En este sentido, el analista precisó que el diferencial arancelario es fundamental para comprender el beneficio económico y detalló que “si el promedio de exportación a Europa se sitúa en torno a los u$s8.400 por tonelada, vender dentro de la cuota con un arancel del 10% y no fuera de ella —donde se abona 36,4%— implica un diferencial mínimo de u$s2.000 por tonelada, lo que representa un beneficio directo para el exportador argentino. De confirmarse las 60.000 toneladas adicionales, ello significaría aproximadamente u$s300 millones en ingresos extra para el país”.
El especialista enfatizó que este beneficio “no modifica la estructura fundamental del negocio, pero sí mejora la rentabilidad de las plantas habilitadas para el mercado norteamericano”.
Asimismo, consideró que el impacto se limitará a una reasignación de destinos, dado que “ni el consumo interno ni la producción total experimentarán cambios sustanciales. Las 40.000 o 60.000 toneladas adicionales que se dirigirán a Estados Unidos no representan una alteración significativa en un mercado que consume 12 millones de toneladas anuales”.
De todas formas, Tonelli destacó que la medida “constituye un reconocimiento político y comercial de gran envergadura, pues si Estados Unidos amplía la cuota para Argentina, es porque valora la calidad, la trazabilidad y la conformidad de nuestro sistema. Es una señal de confianza que fortalece la imagen del país”.
Desde la Asociación Argentina de Angus, su Director Ejecutivo, Javier Martínez del Valle, coincidió en que el acuerdo “inaugura un panorama de oportunidades sin precedentes”, pero advirtió que el país deberá actuar con una estrategia definida.
En diálogo con nuestra redacción, sostuvo que “es una noticia muy favorable, ya que duplica el volumen que Argentina puede posicionar en un mercado premium. En épocas de precios elevados en la ganadería norteamericana, incluso es posible vender una parte fuera de cuota. Sin embargo, cuando los precios disminuyen, disponer de una cuota estable otorga previsibilidad y asegura la rentabilidad a largo plazo”.
El dirigente recordó que Argentina competía en una posición desventajosa frente a otros proveedores, ya que “Australia posee casi 400.000 toneladas de cupo, Nueva Zelanda más de 200.000 y los países del NAFTA —Canadá y México— exportan sin restricciones. Nosotros, con 20.000 toneladas, representábamos apenas el 2% de las importaciones estadounidenses. Este salto a 80.000 toneladas modifica sustancialmente el panorama”.
Martínez del Valle subrayó que el verdadero desafío reside en la adición de valor y no en el volumen. Enfatizó que “actualmente, el 70% de nuestras exportaciones a Estados Unidos corresponden a carne para manufactura, que se destina a hamburguesas, y solo el 30% son cortes premium, donde se incluye el Angus certificado argentino. El objetivo debería ser invertir esta ecuación, transformando el mercado americano en un nuevo Hilton”.
El referente de Angus explicó que esta evolución exige “una acción coordinada entre productores, frigoríficos y certificadoras”, que permita consolidar un estándar de calidad elevado y homogéneo. “El consumidor norteamericano valora el origen, la trazabilidad y la consistencia. Si logramos posicionar la carne argentina en esos términos, el potencial de crecimiento es enorme”, remarcó.
La escasez de hacienda, una limitación para aprovechar la oportunidad
El titular de la Cámara Argentina de Matarifes, Sergio Pedace, advirtió que el principal impedimento para capitalizar plenamente el acuerdo es la insuficiencia de stock ganadero.
En diálogo con nuestra redacción, explicó que “la realidad es que falta hacienda. La oferta es escasa, y si bien el consumo interno se abastece de animales más livianos, de 300 a 400 kilos, el problema estructural es la carencia de ganado pesado. Hemos experimentado muchos años con el mismo rodeo, y ahora que la demanda mundial de carne se ha incrementado, esa escasez se hace sentir”.
Pedace alertó que un aumento en la demanda internacional podría generar tensiones en los precios locales. “Si el 1% de China decide consumir más carne, nos quedaríamos sin producto; y si además pretendemos venderlo todo a Estados Unidos, podría ocurrir lo mismo. Por lo tanto, es preciso analizar qué tipo de mercadería se comercializa y en qué momento del año, aprovechando los cortes que el mercado local no absorbe”.
El dirigente destacó que el sector ya ha iniciado un proceso de recría para incrementar el peso de faena, pero advirtió que “es un cambio paulatino, de al menos tres años, que requiere inversión y previsibilidad. Durante años, muchos campos ganaderos fueron convertidos en agrícolas, y ahora es necesario volver a invertir para recuperarlos. Mientras tanto, el precio de la carne se mantendrá firme, debido a que la oferta continúa siendo limitada”.
Mayor productividad por animal, el nuevo reto para la ganadería argentina
El debate en torno a la expansión del stock vacuno y la eficiencia productiva forma parte del presente, exigiendo respuestas. No en vano, este tema será uno de los ejes del Cuarto Congreso Federal Ganadero, que se llevará a cabo el 13 de noviembre en Rosario. En dicho evento se analizará cómo sostener el crecimiento exportador y, al mismo tiempo, garantizar el abastecimiento interno.
El empresario y analista Miguel de Achával, quien recientemente regresó de una gira por Estados Unidos, sostuvo en las últimas horas que la clave para la ganadería que nuestro país necesita no reside únicamente en incrementar el número de vacas, sino en producir más kilos por animal. “Existen países en el mundo que ya no pueden crecer, pero con la misma cantidad de vacas logran producir 600 kilos por animal. Nosotros contamos con genética de primer nivel y movemos 400 kilos cuando podríamos alcanzar 480 o más”, señaló.
Para De Achával, “la infraestructura existe, pero se carece de alimento y planificación; es un impulso técnico y productivo que el país debe concretar”.
La ganadería argentina —como coincidieron los especialistas consultados— necesita incrementar su productividad sin sacrificar el equilibrio ambiental ni la previsibilidad comercial. Solo de esta manera podrá acompañar la expansión de mercados externos como el de Estados Unidos, mantener precios competitivos y fortalecer su rol como generador de divisas genuinas.







